Número 67, enero de 2011
Es indispensable apoyar la autonomía, los autogobiernos, la autodeterminación de los pueblos, pero no de una manera retórica y distante, sino desde los mismos procesos de trabajo de base, organizados y sistemáticos. Sólo así será posible que la agricultura campesina enfríe la tierra, contribuya al cuidado del planeta y a la promoción de la justicia. Ésta es la verdadera lucha y no es una tarea fácil. La soberanía alimentaria se alcanzará mediante un trabajo en muchos frentes. Tenerla como consigna es crucial, pero emprenderla en nuestra cotidianidad inmediata es un reto impostergable.