Una conversación continental por la vida, la soberanía alimentaria y el reconocimiento de las semillas como bien común de los pueblos
En el marco del Encuentro de Sistemas Alimentarios Tradicionales del VIII Congreso Latinoamericano de Etnobiología, se celebró en Guatemala el Foro Público “Semillas Bien Común”, impulsado por la Red de Semillas Libres de Colombia (RSLC), en articulación con la Fundación Semillas de Vida de México y la Red Nacional por la Defensa de la Soberanía Alimentaria en Guatemala (REDSAG). Este espacio nació con la intención de abrir una conversación continental sobre las amenazas, los retos y las estrategias colectivas en torno a la defensa de las semillas nativas y criollas como bien común de los pueblos.
Desde el inicio, el foro se sintió como un reencuentro de luchas compartidas. La moderación estuvo a cargo de Carol Rojas, de la RSLC, guiando a las y los panelistas por las diversas aristas de esta problemática continental. Desde México, participó Tania Monserrat, encargada de incidencia de la Fundación Semillas de Vida, quien advirtió sobre las graves amenazas que enfrentan las semillas debido a lógicas privatizadoras promovidas desde políticas públicas alineadas con intereses corporativos, especialmente a través de tratados como UPOV, que buscan legalizar la apropiación de lo que históricamente ha sido colectivo: las semillas campesinas. Recordaron también que esta lucha no es nueva, pero se recrudece frente a una industria que intenta borrar la memoria genética y cultural de nuestros territorios. En su intervención, Tania subrayó la importancia de fortalecer alianzas territoriales para frenar estos procesos y construir propuestas de incidencia desde los pueblos.
Desde Argentina, Magda Choque Vilca, cocinera y docente comprometida con la soberanía alimentaria, nos llevó al corazón de las cocinas tradicionales andinas y el poder político de los saberes alimentarios. Con su palabra cálida pero combativa, recordó que cada semilla es también un relato, una receta, una memoria de las abuelas que cocinan con lo que la tierra les da. “Defender las semillas es defender el derecho a alimentarnos con dignidad y con identidad”, afirmó con contundencia. También aportó una reflexión profunda sobre la pérdida de la cultura alimentaria en las nuevas generaciones —donde niñas, niños y jóvenes ya no quieren consumir los alimentos ancestrales— es una preocupación creciente en las comunidades. Denunció la influencia de la industria alimentaria, su impacto nocivo y la estandarización de gustos que imponen los productos ultraprocesados a través de medios de comunicación y sistemas escolares, desconectando a las nuevas generaciones de sus raíces y la pérdida del vínculo con la tierra como elementos que atentan contra la soberanía de los pueblos.
David Paredes, de REDSAG Guatemala, compartió desde la experiencia local las luchas que ha librado el pueblo guatemalteco en defensa de sus semillas. Recalcó que la movilización popular ha sido fundamental para frenar intentos legislativos que buscan criminalizar la libre circulación de semillas y privatizar su uso.
También participó Roger García, integrante de la Red de Semillas Libres de Colombia (RSLC), quien compartió con las y los asistentes la coyuntura actual en Colombia en torno a la defensa de las semillas y la agroecología. Destacó el proceso de incidencia que la RSLC ha venido realizando en espacios de diálogo político como la Mesa Nacional de Agroecología y la Mesa de Agricultura Campesina, Familiar y Étnica Comunitaria (ACFEC), donde se discuten y promueven políticas públicas para el fortalecimiento de estos sistemas alimentarios. Roger también habló del trabajo territorial con las casas comunitarias de semillas, espacios autónomos que articulan saberes y prácticas agroecológicas en diversas regiones del país, y recordó la importancia de la sentencia de la Corte Constitucional colombiana que reconoce y protege las semillas nativas y criollas como un bien común que debe ser preservado frente a intentos de privatización o criminalización.
Durante el foro se destacó la existencia de una Red Latinoamericana de Defensa de las Semillas, como espacio estratégico para articular acciones conjuntas. Sin embargo, más allá de lo organizativo, se hizo un llamado a reconocernos primero como procesos hermanados por una lucha común, para así consolidar una agenda de defensa efectiva. También se destacó la importancia de la conservación in situ, gracias a la labor silenciosa y constante de guardianas y custodios de semillas, quienes preservan la diversidad genética desde sus propios territorios y formas de vida, labor que durante generaciones han llevado a cabo desde sus fincas, chagras, parcelas y huertas.
Uno de los momentos más significativos fue la cartografía colectiva, donde las y los asistentes ubicaron en un mapa de América Latina sus procesos de defensa, casas comunitarias de semillas, o amenazas que enfrentan.
Con calcomanías coloridas y marcadores, se tejió un gran mural simbólico de unidad territorial, que demostró que aunque las luchas son locales, los desafíos son comunes. El ejercicio fue una metáfora viva del entramado continental de resistencias que defienden la vida desde la semilla, como pequeñas constelaciones en papel, los puntos se conectaban entre sí, revelando que la defensa de las semillas no es una lucha aislada, sino una red viva y pulsante en todo el Abya Yala.
A pesar del corto tiempo del foro, se valoró profundamente este primer espacio como una semilla para ampliar la articulación latinoamericana, y se propuso continuar la conversación en nuevos encuentros que permitan definir acciones colectivas a escala continental. El espacio dejó sembrada la necesidad urgente de continuar el diálogo, ampliar la articulación y construir una agenda de acciones comunes para América Latina. En ese sentido, desde la RSLC se propuso avanzar hacia la campaña continental “Semillas Bien Común”, como una plataforma que visibilice, conecte e impulse los esfuerzos de los pueblos por defender su herencia biocultural, fortalecer las articulaciones regionales y construir desde la base una movilización latinoamericana que declare a las semillas como bien común.
Camilo Galeano, también de la RSLC, capturó cada momento con su cámara, consciente de que este foro debía quedar registrado como testimonio para las futuras generaciones. Entre risas, abrazos, intercambio de semillas y promesas de seguir articulando caminos, el foro concluyó con la certeza de que lo sembrado ahí seguirá germinando y con el compromiso firme de la Red de Semillas Libres de Colombia, que ratificó su vocación por defender, conservar y reconocer las semillas criollas y nativas como patrimonio colectivo, esencial para la soberanía alimentaria, la identidad cultural y la vida de los pueblos. Porque en cada semilla habita una historia, una lucha y un futuro posible.
Porque las semillas no solo se siembran en la tierra. También se siembran en la palabra, en el encuentro, en la memoria colectiva. Y este foro fue, sin duda, un fértil surco de esperanza para los pueblos de América Latina.
Nota: Equipo de Comunicaciones Red de Semillas Libres de Colombia