Número 90, octubre de 2016
A partir del periodo especial provocado por el desmantelamiento del bloque soviético, Cuba se vio obligada a realmente ser independiente en su producción de alimentos. A partir de los años noventa, emprendió entonces una reforma agraria integral y la promoción de modos de producción más afines con las prácticas tradicionales del campesinado en Cuba y con las visiones agroecológicas. Esto impulsó el abandono de la agricultura industrial, incluidos insumos como fertilizantes y plaguicidas químicos, una recuperación de los suelos y de las semillas nativas, y un impulso denodado por aumentar el número de familias, casi siempre organizadas en cooperativas, que producen alimentos para sí mismas y para el pueblo cubano. Hoy existe una pujante revolución campesina, de corte agroecológico, y una soberanía alimentaria que crece y se fortalece.