Número 96, abril de 2018
El sistema agroalimentario mundial invade tierras y establece monocultivos saturados de agroquímicos y utiliza mano de obra ultra-precarizada y sometida. Para el agronegocio nada importa: todo son costos externalizables. La sociedad y el entorno se devastan. Las corporaciones siguen lucrando. La población empleada en los campos fue expulsada por el desplome de su actividad agrícola, efecto de la cauda de regulaciones y políticas públicas (y sus reglas de operación). Son los tratados de libre comercio que perturban la vida de comunidades y pueblos rurales, la vida de la población urbana (por las ventajas comparativas que lograron en imponer en negociaciones secretas). Tal situación sistémica y estructural de zozobra es particularmente virulenta para muchas mujeres, agraviadas por una violencia y un hostigamiento continuos y extremos en todos los estratos sociales.